texto argumentativo

Un texto argumentativo presenta las razones a favor o en contra de determinada “posición” o “tesis”, con el fin de convencer al interlocutor a través de diferentes argumentos tomando una postura a favor o en contra. Trata de manera fundamental, aunque no exclusivamente, de juicios de valor, apreciaciones positivas o negativas acerca de lo expuesto (Bueno/malo; feo, bello; válido/ no válido; adecuado/no adecuado).

Un ensayo es una clase de texto argumentativo, es decir, todos los ensayos son textos argumentativos. En cuanto a la estructura, podría no haber diferencias entre los demás textos argumentativos y el ensayo. Quizás sólo en el carácter y la intención: el ensayo es una obra literaria, y aunque quiere convencer a alguien de algo, está imbuida de un fin estético. Un ensayo es una obra literaria breve, de reflexión subjetiva, en la que el autor trata de una manera personal, no exhaustiva, y en la que muestra —de forma más o menos explícita— cierta voluntad de estilo. Esto último propone crear una obra literaria, no simplemente informativa.

El ensayo

El ensayo1 es un tipo de texto que brevemente analiza, interpreta o evalúa un tema de manera oficial o libre. Se considera un género literario, al igual que la poesía, la ficción y el drama.

Las características que debe tener un ensayo son las siguientes:

  • Es un escrito serio y fundamentado que sintetiza un tema significativo.
  • Posee un carácter preliminar, introductorio, de carácter propedéutico.
  • Se expresa en un estilo denso y no se acostumbra la aplicación detallada.

Es un género literario dentro del más general de la didáctica.

El género demostrativo o epidíctico es un género literario de la antigua retórica u oratoria grecorromanas.

Según la clasificación tripartita de los géneros oratorios por parte de Anaxímenes de Lámpsaco, que asumió después Aristóteles, y frente al género deliberativo y el género judicial, el género demostrativo o epidíctico es el de los discursos que se ocupan de hechos presentes y se dirigen a un público que no tiene capacidad para influir sobre éstos, sino sólo de asentir o disentir sobre la manera, convicción, arte y elegancia que tiene el orador de presentarlos, alabándolos o vituperándolos.

Por el contrario, el género judicial se ocupa de los discursos sobre acciones pasadas que califica un juez o tribunal que establece conclusiones aceptando lo que el orador presente como justo y rechazando lo que presente como injusto, y el género deliberativo o político se ocupa de los discursos sobre acciones futuras, siendo calificado por el juicio de una asamblea política que acepta lo que el orador propone útil o provechoso y rechaza lo que propone dañino o perjudicial.

El orador griego considerado maestro en el género demostrativo o epidíctico fue Isócrates. En el futuro, éste género dio lugar a otro género diferente, el llamado ensayo.