La Biblia

La Biblia forma una unidad de 73 libros que narran el origen de la humanidad, la historia del pueblo de Israel y la vida de Jesucristo y los primeros años de los cristianos. Estos libros fueron escritos a lo largo de 1000 años, de ellos 46 libros fueron redactados durante 900 años a.C. y constituyen el Antiguo Testamento y 27 libros fueron escritos durante 100 años d.C. y constituyen el llamado Nuevo Testamento. Se escribieron separadamente, sobre todo en hebreo, algo en arameo y posteriormente compilados en griego para formar esa unidad de la Biblia. En el s III a.C. ya se había recopilado en Alejandría la llamada “Versión de los 70”, como traducción al griego del Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento se cita con frecuencia esta versión.

La Iglesia Católica establece el canon, como un listado, de esos 73 libros en el Sínodo de Roma del año 382. Esta es la versión de los 73 libros que San Jerónimo tradujo al latín (Vulgata).

Se entiende que el pueblo judío no admita la denominación de Antiguo Testamento y, menos aún, la validez del llamado Nuevo Testamento. Los grupos protestantes no admiten la validez de 7 de esos libros del Antiguo Testamento llamados Deuterocanónicos.

Este tema de las lenguas originales, versiones y traducciones de la Biblia es punto clave de las controversias entre especialistas y teólogos que han tenido la oportunidad de mostrar su honradez profesional trabajando con las lenguas originales sin manipular las posibles traducciones para defender sus hipótesis teológicas: por desgracia, la falta de profesionalidad y honradez también se ha colado con frecuencia en este ámbito.

Para todos los cristianos, la Biblia es de inspiración divina, narra la relación de Dios con los hombres, durante todos esos siglos y, a través del pueblo hebreo, y la revelación de los atributos y ser de Dios.

Los protestantes optaron por el principio de “sola scriptura” y, por tanto no admiten ninguna otra autoridad que la Biblia, mientras los católicos entienden que la Biblia solamente puede ser entendida correctamente en la Tradición y enseñanza de la Iglesia.



Los Libros de la Biblia fueron escritos por diversos personajes de la historia, tanto hebrea en el Antiguo Testamento como griega cristiana en el Nuevo Testamento.
El Antiguo Testamento ( o Escrituras Hebreoarameas) se compone, según el canon, de 39 libros para los protestantes, de 46 libros para la iglesia católica (49 si se cuentan de forma separada el Capítulo 6 del Libro de Baruc, y los Capítulos 13 y 14 del Libro de Daniel), y hasta 53 para las diferentes iglesias cristianas ortodoxas.
El Nuevo Testamento (o Escrituras Griegas Cristianas), que no se encuentra en los escritos judíos, se compone de 27 libros para todos los grupos de confesión cristiana.
Así, el total de libros de la Biblia varía según el canon. Los primeros cristianos utilizaron el canon alejandrino, 1 una traducción del hebreo al griego que incluía una serie de libros que fueron rechazados del canón del Tanaj judío, y fueron recibidos por la iglesia cristiana de los primeros siglos. En la iglesia católica se llama a estos libros deuterocanónicos. Los protestantes los han llamado apócrifos. Las iglesias cristianas orientales y ortodoxas incluyen en sus Biblias de cuatro a ocho textos en adición a éstos, y rechazan el uso occidental de distinguirlos de los protocanónicos.

El texto hebreo original consistía solamente de consonantes. Los libros de la Torá (como los judíos conocen a los primeros cinco libros de la Biblia, o Pentateuco) generalmente tienen nombres basados en la primera palabra prominente de cada libro. Sin embargo, los nombres en español no son traducciones del hebreo, sino están basados en los nombres en griego creados por la traducción llamada Septuaginta, basándose en los nombres rabínicos que describen el contenido temático de cada libro.
Estos son los libros del Antiguo Testamento, ordenados según la costumbre occidental:

Tanaj [nombre en hebreo] Atribuido tradicionalmente a Iglesia Protestante Iglesia Católica Iglesia Ortodoxa
Génesis [בְּרֵאשִׂית / Bereshit] Moisés Génesis Génesis Génesis
Éxodo [שְׁמוֹת / Shemot] Moisés Éxodo Éxodo Éxodo
Levítico [וַיִּקְרָא / Vayikra] Moisés Levítico Levítico Levítico
Números [בַּמִדְבַּר / Bamidbar] Moisés Números Números Números
Deuteronomio [דְּבָרִים / Devarim] Moisés; terminado por Josué Deuteronomio Deuteronomio Deuteronomio
Josué [יְהוֹשֻעַ / Yehoshúa] Josué Josué Josué Josué
Jueces [שׁוֹפְטִים / Shoftim] Samuel Jueces Jueces Jueces
Rut [רוּת / Rut] Samuel Rut Rut Rut
Samuel [שְׁמוּאֵל / Shemuel] Samuel, Gad , Natán I Samuel I Samuel I Samuel
Gad, Natán II Samuel II Samuel II Samuel
Reyes [מְלָכִים / Melajim] Jeremías I Reyes I Reyes I Reyes
Jeremías II Reyes II Reyes II Reyes
Crónicas [דִּבְרֵי הַיָּמִים / Divrei Hayamim] Esdras I Crónicas I Crónicas I Crónicas
Esdras II Crónicas II Crónicas II Crónicas
Esdras [עֶזְרָא] y Nehemías [נְחֶמְיָה] Esdras Esdras Esdras Esdras
Nehemías Nehemías Nehemías Nehemías
III Esdras
IV Esdras
Tobías Tobías
Judit Judit
Ester [אֶסְתֵּר] Mardoqueo Ester¹ Ester Ester
I Macabeos I Macabeos
II Macabeos II Macabeos
III Macabeos
IV Macabeos
Job [אִיּוֹב / Iyov] Job Job Job Job
Salmos [תְּהִילִים / Tehilim] David, Asaf, Salomón y otros Salmos Salmos Salmos (151)
Proverbios [מִשְׁלִי / Mishlei] Salomón, Agur, Lemuel Proverbios Proverbios Proverbios
Eclesiastés [קֹהֶלֶת / Cohelet] Salomón Eclesiastés Eclesiastés (Cohelet) Eclesiastés (Cohelet)
Cantar de los Cantares [שִׁיר הַשִׁירִים / Shir Hashirim] Salomón Cantar de los Cantares Cantar de los Cantares Cantar de los Cantares
Pseudo-Salomón (170-30 a.C.) (?) Sabiduría Sabiduría
Jesús de Sirac, llamado Sirácides Eclesiástico (Sirácides) Eclesiástico (Sirácides)
Varios Odas
Pseudo-Salomón (70-60 a.C.) (?) Salmos de Salomón
Isaías [יְשַׁעְיָהוּ / Yeshayahu] Isaías Isaías Isaías Isaías
Jeremías [יִרְמְיָהוּ / Yirmiyahu] Jeremías Jeremías Jeremías Jeremías
Lamentaciones [אֵיכָה / Eijá] Jeremías Lamentaciones Lamentaciones Lamentaciones
Pseudo-Baruch (150 a.C.) (?) Baruch Baruch
Pseudo-Jeremías (100 a.C.) (?) Carta de Jeremías Carta de Jeremías
Ezequiel [יְחֶזְקֵאל / Yejezkel] Ezequiel Ezequiel Ezequiel Ezequiel
Daniel [דָּנִיֵּאל] Daniel Daniel¹ Daniel Daniel
Oseas [הוֹשֵׁעַ / Hoshea] Oseas Oseas Oseas Oseas
Joel [יוֹאֵל / Yoel] Joel Joel Joel Joel
Amós [עָמוֹס / Amós] Amós Amós Amós Amós
Abdías [עֹבַדְיָה / Ovadia] Abdías Abdías Abdías Abdías
Jonás [יוֹנָה / Yona] Jonás Jonás Jonás Jonás
Miqueas [מִיכָה / Mija] Miqueas Miqueas Miqueas Miqueas
Nahúm [נַחוּם] Nahúm Nahum Nahum Nahum
Habacuc [חֲבַקּוּק / Javakuk] Habacuc Habacuc Habacuc Habacuc
Sofonías [צְפַנְיָה / Tzefania] Sofonías Sofonías Sofonías Sofonías
Hageo [חַגַּי / Jagai] Hageo Hageo Hageo Hageo
Zacarías [זְכַרְיָה / Zejaria] Zacarías Zacarías Zacarías Zacarías
Malaquías [מַלְאָכִי] Malaquías Malaquías Malaquías Malaquías

¹ No incluyen las partes griegas, que se consideran deuterocanónicas.

Libros del Nuevo Testamento

Libro Atribuido a
Mateo Mateo
Marcos Marcos
Lucas Lucas
Juan Juan
Hechos de los Apóstoles Lucas
Romanos Pablo
I Corintios Pablo
II Corintios Pablo
Gálatas Pablo
Efesios Pablo
Filipenses Pablo
Colosenses Pablo
I Tesalonicenses Pablo
II Tesalonicenses Pablo
I Timoteo Pablo
II Timoteo Pablo
Tito Pablo
Filemón Pablo
Hebreos Pablo
Santiago Santiago
I Pedro Pedro
II Pedro Pedro
I Juan Juan
II Juan Juan (?)
III Juan Juan (?)
Judas Judas
Apocalipsis o Revelación de Juan Apóstol Juan

Por el año 605 a.C., el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce Bíblicamente, una “diáspora”. El rey Nabuconodosor conquistó a Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando de Babilónica” (cf. 2 Reyes 24, 12; y 2 Reyes 25, 1).

Pero no todos los israelitas fueron llevado cautivos, un “resto” quedó en Israel: 2 Reyes 25, 12; 2 Reyes 25, 22; Jeremías 40, 11; Ezequiel 33, 27. También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto: 2 Reyes 25, 26; Jeremías 42, 14; Jeremías 43, 7.

El rey Ciro de Persia conquistó a Babilonia (2 Crónicas 36, 20; 2 Crónicas 36, 23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina (Esdras 1, 5; 7, 28; y Nehemías 2, 11) pero otros se fueron en vez a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, contaba con la biblioteca mas importante del mundo en esa época). En esta gran ciudad convivían griegos, judíos y egipcios. Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de Jesús habían mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (1 Macabeos 1, 1)
Mientras la primera semejanza de un canon hebreo se empieza a formar, la lengua hebrea comienza a morir y desapareció completamente para el año 135 a.C. Por esta razón Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo, un dialecto del hebreo.


Como en la mayor parte del mundo civilizado, la lengua principal de Alejandría en el siglo III a.C. era el griego. Había por eso gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras. La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con el Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los cristianos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser mas recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, escritos en griego, que son llamados hoy deuterocanónicos. Vemos entonces que no hay un “silencio bíblico” (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús.
La Traducción de los Setenta contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).
 
La Traducción de de los Setenta es la que se usaba en tiempo de Jesucristo y los Apóstoles
La versión alejandrina, con los siete libros deuterocanónicos, se propagó mucho y era la generalmente usada por los judíos en la era Apostólica. Por esta razón no es sorprendente que esta fuera la traducción utilizada por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por es no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, (Padre de la Iglesia, 254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.
Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía, quizás de rabinos, hicieron un canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a. C.), Nehemías (445 a. C.), y Malaquías (433 a. C.). Este canon comprendía de 22 a 24 libros. No rechazaron los libros deuterocanónicos definitivamente, pero no los incluyeron entre los canónicos. El canon reconocido por los judíos no se fijó hasta mas de cien años después. Aun entonces, los libros “deuterocanónicos” siguieron siendo leídos y respetados por los judíos. Mientras tanto los cristianos siguieron reconociendo la versión alejandrina. Es así que surgieron los dos cánones del Antíguo Testamento.
 
Los dos cánones del Antiguo Testamento
El canon de Alejandría (la traducción de los Setenta al griego, hecha antes de Cristo y aceptada por todos los cristianos y muchos judíos, que contiene los libros deuterocanónicos).
El canon de Palestina (Jamnia, traducción hebrea hecha después de Cristo).
Los historiadores ponen como fecha en que se fijaron los cánones de las traducciones de Alejandría y de Palestina para el siglo segundo de nuestra era. El Obispo Melito de Sardis registró la primera lista conocida del canon alejandrino en el año 170 A.D. Contenía 45/46 libros (el libro de Lamentaciones se consideraba como parte de Jeremías). El canon Palestino contenía solo 39 libros pues no tenía los libros 7 libros Deuterocanónicos.
 
La Vulgata de San Jerónimo
La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó Vulgata (año 383 AD). El latín era entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Su estilo era mas elegante y en algunas frases distinto a la Traducción de los Setenta. Además le faltaban los libros deuterocanónicos por no estar en el texto hebreo. Esto produjo una polémica entre los cristianos. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió una carta: Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi, la cual es el primer tratado acerca de la traductología. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas el motivo por el cual considera inexacta a la septuagésima. Finalmente se aceptó su versión, pero con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Vulgata tiene todos los 46 libros.
 
La Iglesia establece el canon
La controversia sobre que libros son canónicos fue larga, extendiéndose hasta el siglo IV y aun mas tarde. Las polémicas con los herejes, particularmente los seguidores de Marción, que rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres, hizo que la Iglesia definiera con autoridad la lista de los libros sagrados (el canon).
Los concilios de la Iglesia, el Concilio de Hipona, en el año 393 y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419, ambos en el norte de África, confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros. La carta del papa S. Inocencio I en el 405, también oficialmente lista estos libros. Finalmente, el Concilio de Florencia (1442) definitivamente estableció la lista oficial de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T.
 
El canon del Nuevo Testamento se definió en el siglo IV tras un largo y difícil proceso de discernimiento
El mismo nombre de “Nuevo Testamento” no se usó hasta el siglo II. Uno de los criterios para aceptar o no los libros fue que tuviese como autor a un apóstol; su uso, especialmente en la liturgia en las Iglesias Apostólicas y la conformidad con la fe de la Iglesia. Fue bajo estos criterios que algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev de Tomás, Ev. de Pedro) fueron rechazados. El evangelio de San Juan y el Apocalipsis se consideraron por largo tiempo como dudosos por el atractivo que tenían con grupos sectarios y milenaristas.
Todos los católicos aceptaron el canon de la Biblia fijado por los concilios mencionados y, como este canon no fue causa de seria controversia hasta el siglo XVI, no se necesitó definir el canon de la Biblia como una verdad infalible.
 
A la Biblia Protestante le faltan libros
En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán y agrupó los siete libros deuterocanónicos bajo el título de “apócrifos”, señalando: “estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer.” Es así como los protestantes llegaron a considera a los deuterocanónicos como libros no aceptados en el canon, o sea como libros apócrifos.

Siempre los cristianos habían reconocido esos libros como parte de la Biblia. Los concilios del siglo IV y posteriores habían confirmado la creencia cristiana. La opinión de Lutero era mas bien la de los judíos que seguían la traducción de Jamnia. Es por eso que los protestantes, carecen de los libros deuterocanónicos de la Biblia:

  • Tobías
  • Judit
  • Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • I Macabeos
  • II Macabeos
  • Sabiduría
  • Eclesiástico (también llamado “Sirac”)
  • Baruc


Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que hizo cambios en el Nuevo Testamento
“Él [Martín Lutero] había declarado que la persona no se justifica por la fe obrando en el amor, sino sólo por la fe. Llegó incluso a añadir la palabra “solamente” después de la palabra “justificado” en su traducción alemana de Romanos 3, 28, y llamó a la Carta de Santiago “epístola falsificada” porque Santiago dice explícitamente: “Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe”. (Scott y Kimberly HAHN, Roma dulce hogar, ed. Rialp, Madrid, 2000, página 57; Scott Hahn fue ministro protestante, presbiteriano antes de su conversión)
Se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:
  • Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan.
  • Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan.
  • Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.
Los protestantes tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon.
Los protestantes y evangélicos se encuentran en una posición contradictoria
Reconocen el canon establecido por los concilios del siglo IV para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del AT.
Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.
 
Posición de la Iglesia Anglicana (episcopalianos)
Según los 39 Artículos de Religión (1563) de la Iglesia de Inglaterra, los libros deuterocanónicos pueden ser leídos para “ejemplo de vida e instrucción de costumbres”, pero no deben ser usados para “establecer ninguna doctrina” (Artículo VI). Consecuentemente, la Biblia, versión del Rey Jaime (1611) imprimió estos libros entre el N.T. y el A.T. Pero Juan Lightfoot (1643) criticó este orden alegando que los “malditos apócrifos” pudiesen ser así vistos como un puente entre el A.T. y el N.T. La Confesión de Westminster (1647) decidió que estos libros, “al no ser de inspiración divina, no son parte del canon de las Escrituras y, por lo tanto, no son de ninguna autoridad de la Iglesia de Dios ni deben ser en ninguna forma aprobados o utilizados mas que otros escritos humanos”.