a nadie le importa si los Evangelios tenían puntos, comas o la madre

Paleografía. Conclusiones

Siguiendo con los medios que empleaban los griegos para expresar con toda precisión sus ideas, que fueron muchas, están los acentos y los denominados espíritus. Ciertas vocales que inician palabra se pronunciaban fuertes, como si se les añadiera nuestra “jota”, aunque un poco menos pronunciada. Había dos “espíritus”, el áspero y el suave. Pues bien, los griegos tenían acentos y espíritus. Y parece que desde tiempos de Aristófanes de Bizancio (año 260 AEC, es decir, siglo tercero antes de Cristo).

También tenían Taquigrafía (de taxos y grafia = escritura rápida) y eso parece que data del siglo IV antes de Cristo, por una inscripción hallada en la Acrópolis de Atenas, dice el libro. Tenían una manera simplificada de numerar consistente en dar a cada letra el valor del orden en que se encuentra en el alfabeto. Como escribían a mano y reproducían los libros escritos a mano, tenían un método de calcular el número de letras y el valor de copiar un libro, la Esticometría. En fin, tenían de todo.

En un mundo analfabeto en que el saber es patrimonio de la Iglesia se divulga que unos sujetos, en 1.227 y 1.551, han establecido las divisiones de los Evangelios, divisiones que antes no existían. Nadie con capacidad crítica tiene la posibilidad de analizar tal hecho y es aceptado. Pasan los siglos y por fin a nadie le importa un bledo si los Evangelios tenían puntos, comas o la madre que les dio a luz. Todo sigue igual.