palimpsesto

Se llama palimpsesto (del griego antiguo “παλίμψηστον”, que significa “grabado nuevamente”) al manuscrito que todavía conserva huellas de otra escritura anterior en la misma superficie, pero borrada expresamente para dar lugar a la que ahora existe.

Esta práctica de economía es muy antigua pero fue muy frecuente en el siglo VII por las dificultades que ofrecía el comercio del papiro egipcio y se repitió en los cinco siglos siguientes por la escasez del pergamino, en vista de la gran demanda de comercio, y la falta de papel, artículo que apenas se conocía. Se logra restaurar la escritura antigua de los palimpsestos con técnicas especiales, siendo comunes en la antigüedad la aplicación de tintura de agallas mediante un pincel o la llamada tintura de Giobert de sulfidrato de amoníaco.

Uno de los más célebres palimpsestos es el que descubrió Nieburh en Verona en 1816 conteniendo las Institutas del célebre jurisconsulto romano Gayo imperfectamente raspadas para escribir encima las obras de San Jerónimo. Después, en 1822, el orientalista milanés Angelo Mai encontró bajo la escritura de diversos palimpsestos numerosos fragmentos de autores antiguos como Homero, Símaco, Dion Casio, cartas de Antonino y Marco Aurelio, el Tratado de la República de Cicerón y en 1853, gran número de fragmentos de los Santos Padres.1